25 de abril de 2015
La sangre de los mártires sirios es un bálsamo para los cristianos, afirmaron los Patriarcados de Antioquía, de la Iglesia Ortodoxa y Siriana Ortodoxa, pues con su fidelidad a Cristo acallaron a los verdugos que esperaban oírlos traicionar, retractarse y rendirse a la intimidación.
Los patriarcas emitieron una declaración al cumplirse el 22 de abril dos años del secuestro de los arzobispos de Alepo, Mons. Pablo (Yazigi) y Mons. Juan (Brahim), de quienes aún no se tienen noticias.
«A nuestros hermanos de la palabra, a nuestros hijos de Alepo, en quienes hemos sembrado la semilla de la verdad, del sacrificio y del servicio: ¡La siembra ha crecido! Estamos orgullosos de sus frutos. Su paciencia fortalece la nuestra y la premia. ¿Por qué no, si ustedes son nuestra corona de gloria y de regocijo en el juicio de la Buena Nueva?», expresó el comunicado, publicado días después de los intensos bombardeos que grupos rebeldes musulmanes lanzaron contra los barrios cristianos y que han dejado cientos de heridos y un número indeterminado de muertos.
Los patriarcas denunciaron que Medio Oriente, donde el Estado Islámico (ISIS) y otros grupos musulmanes asesinan cristianos y yazidíes, «se ha vuelto un campo abierto a todo mal», se apuesta a destrozar la vida y a «caricaturizar a Dios en sus religiones». «Lo justo triunfa en la tierra gracias al socorro del Cielo, pero nunca apelando al nombre de Dios para ‘esclavizarlo’ a nuestros caprichos y a nuestras pasiones».
En ese sentido, se dirigieron a los cristianos que sufren la persecución religiosa. «Ya algunos se llevaron el honor de ser mártires o confesores; otros viven una esperanza sin precedente, relegados a la miseria inhumana. Todos callaron la boca de los que apuestan en su traición, retractación y sumisión a la debilidad, la persuasión o la intimidación».
«Su sangre, ya sea la que fue derramada o la que palpita en sus venas, es un bálsamo para sus familias y hermanos, y es también el sello de triunfo en el juicio de la inmortalidad», afirmaron.
En su declaración, los patriarcas recordaron la esperanza cristiana en la resurrección de los muertos y afirmaron que «nuestra vocación es permanecer en el Oriente al cual pertenecemos y del cual somos», dando testimonio de la fe. «El Dios único jamás es, para nosotros, tema de conflicto, ni causa de división con nadie. Hemos aprendido a llamarlo ‘Padre nuestro’, por lo tanto, para nosotros, todos son ‘hermanos’», señalaron.
Por ello, advirtieron que «no es posible que se convierta en falso testigo un creyente, e incluso el no creyente, sea en el Oriente o fuera de él, debido a su silencio, indiferencia, miedo o pseudo-neutralidad. Con ustedes, levantamos la bandera de la hermandad y con ella cortamos la raíz de los falsos testigos en el juicio del hombre y de la religión».
Finalmente, los patriarcas sirios alentaron a los cristianos a seguir fieles a Jesús y les aseguraron su oración por todos, la que elevamos a quien se debe la gloria, la adoración y el reino, por los siglos.
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