San Ignacio Cerro Gordo Jalisco; 5 de junio de 1928
Para quien Corresponde; Maria Castellanos Davalos
Con que dolor hoy te escribo esta carta, no se como decírtelo, Pero es mi deber como Cristiano darte un poco de consuelo, a tu pena que hoy sabras. Perdoname si te digo lo que siento y es que tu sabes bien que yo nunca te causaría un dolor tan grande en tu corazón, se fuerte y no me juzgues a mal esto que hoy te digo. Dios es testigo de esto, que quiero contarte.
Mari el dia de ayer fue muy amargo para los que estamos a favor de nuestra Santa Madre Iglesia y por Cristo Nuestro Señor, por el vivimos y también por el morimos. Me dijo Miguel tu hermano que te contara lo que nos sucedió ayer por la tarde, cuando hibanos en camino a cerro gordo, tubimos una refriega con los federales y gente armada.
Te acuerdas de don Felipe Vazquez el que tiene la hacienda en Arandas, donde jugabamos en la casa grande ese mal hombre venia con ellos, junto con varios soldados que lo secundaban en todo, llegaron despotricados y hechando maldiciones a Cristo Rey y disparando balazos.
Para acabar con todos nosotros, fue la Divina Providencia que nos ayudo, ya que casi no traibamos mucho parque y aun asi logramos defendernos casi mas de seis horas, tuvimos que salir no derrotados porque a mi Cristo Rey nadie lo vence, aprovechamos la oscuridad de la noche para poder alejarnos de ese lugar que olia a polvora quemada, te pido por favor no llores, al saber esta carta, malamente Miguel cayo herido por una de esas balas y horas mas tarde acabo su sufrimiento, Mari estoy llorando al escribirte esto, pero ese llanto y amargura es por lo que le sucedió a miguel, el fue mi mejor amigo desde la infancia, juntos crecimos anegando la tierra y barbechando los surcos de maíz. No quiero que te entristezcas por esta carta, que ojala y la recibas pronto. Tu hermano Miguel ya esta en el cielo disfrutando de su tranquilidad, en la casa de Nuestro Padre Dios, yo le asisti a bien morir, rezamos oraciones por el y por los que también murieron, el se fue y nos dejo aquí en esta lucha, que no se cuando vaya a terminar tal vez nunca.
Miguel murió en mis brazos, cuando le contaba lo que nos divertíamos cuando eramos unos niños y tu jugando eras la mama de nosotros.
Hoy por la tarde varios compañeros lo sepultamos cerca de un gigante al lado de un lienzo, para no perder de vista donde quedo su cuerpo, quiera Dios y pronto vuelva la paz y de sosiego a esta lucha que nos toco vivir, Nuestro Padre no nos abandona hoy nos dio de cenar penca de nopal asada, si supieras que no tengo hambre solo miro al cielo y me pregunto donde ire a estar yo, a donde mi Señor me pondrá cuando yo muera.
Mari dales a tus papas esta amarga noticia y que Dios les de consuelo, que se alegren de Miguel quien lucho también por defender a Cristo, de esos malos hombres de acaballo que quieren sacarlo de su templo y de nuestros corazones.
Me despido sabiendo que recibiras esta carta y te pido por favor una oración por mi y por Miguel por si ya acaso no te vuelvo a ver.
Atte Juan Jose Jimenez Ramirez
Que viva Cristo Rey, que viva Cristo rey y Nuestra Santisima Madre Maria de Guadalupe
Juan José Jiménez Ramírez murió el 17 de marzo de 1929 en la batalla de Tepatitlán entre el Ejército Regular Libertario (Grupo Cristero) compuesto por 4.000 cristeros comandados por el general y padre José Reyes Vega y las Fuerzas Federales Mexicanas compuestas por 500 soldados y 4.000 agraristas al mando de los generales Pablo Rodríguez y Saturnino Cedillo durante la llamada Guerra Cristera.
Carta y foto cortesía de Corazón Cristero
(En el fondo la parroquia de San Francisco, en Tepatitlán, Jalisco)
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